lunes, 28 de junio de 2010

Prueba 04 Nunca nadie

No salió como teníamos planeado, cuando ya íbamos hacia las canchas, nos paramos un momento y sin decirnos nada, los dos al mismo tiempo nos quitamos los pasamontañas. Tampoco apagamos la luz al llegar a los vestuarios. Ya no teníamos miedo de lo que pudiera pasarnos, realmente no teníamos miedo a nada. El sí. En cuanto nos vio supo a lo que íbamos, salió corriendo por las gradas y hasta llegó a la puerta para escaparse. Dios no ayuda a cabrones como dijo Pedro después, y la puerta se atascó lo suficiente como para que lo pilláramos. Dos chicos de doce años contra un hombre de treinta no es tan fácil… Llegué a pensar que nos molería a tortas. Al final no tuvo suerte y cuando lo tiramos al suelo pudimos quitarle las llaves y abrirle la puerta a Amadou. Cuando entró, con la misma pértiga del salto de altura, dio un golpe seco a escasos centímetros de la cabeza del padre. Con eso don Jesús comprendió el mensaje, dejó de resistirse y se quedó totalmente inmóvil. Amadou, con un gesto nos indicó que nos marcháramos. Nunca supe exactamente que le hizo. Pero el alarido que le sacó, nada más salir nosotros nos sonó a gloria, fue magnífico. Luego, más tarde, cuando ya cruzábamos la calle, volvió a gritar, nos impresionó. Pedro y yo salimos corriendo, estábamos seguros que lo había oído toda la isla. Tardamos muchísimos años en volver a ver al padre Jesús. Desapareció del colegio y hasta de la isla como abducido por extraterrestres. Era muy ridículo, pero preguntabas por él a otros profesores y te contestaban como si nunca hubiera existido un padre Jesús en el colegio. A la mañana siguiente, antes de ir al colegio llamó el abuelo para que subiera a Garabato. Nunca antes me había llamado a su despacho. Me quedé de piedra cuando al entrar estaba Amadou de pie a la derecha del abuelo. Era evidente que Amadou lo había contado todo. Aquel día mi abuelo dejó de ser para mí ese señor distante y serio que siempre había sido. Apenas dijo nada. Se levantó despacio, vino hasta donde yo estaba, se agachó para ponerse a mi altura. Me miro con toda la ternura y cariño del mundo. Me abrazo fuerte, muy fuerte y me dijo: Nunca nadie te volverá a hacer daño, te lo juro Miki, mientras yo este vivo NUNCA NADIE.

8 comentarios:

Juanci Juacín dijo...

Genialísimo relato!!, sobre todo el final, felicitaciones!

campoazul dijo...

¡Que emotivo! Por fin alguien había comprendió a un par de muchachos, la ternura de los abrazos de los abuelos no tienen precio, y el sabor de la venganza..., es genial, sentirla y disfrutarla.
Me llama la atención lo de que el padre Jesús hubiera desaparecido como por arte de magia..., es como si alguien hubiera tomado cartas en el asunto...

Besitos.

Ana dijo...

Esto lo leí hace tiempo y me encantó.

Y me sigue encantando, que lo sepas.

Besotes.

Ana dijo...

Y espero que, aunque falte el abuelo, NUNCA NADIE te haga daño.
Y si te lo hacen, me llamas. Estoy aprendiendo.
Muacs.

matrioska_verde dijo...

sin duda he tenido suerte (como otras veces) y he podido disfrutar los textos todos de un tirón... ¿dije los textos?, la historia quería decir.

Me gustaría saber más de Miki, te lo juro.

bicos,

Anónimo dijo...

Al final existió una abrazo, un momento de cariño de alguien.. No te hizo falta hacerlo tu y seguramente si solo le hubieran asustado también te hubieras sentido bien, pero el solo hecho de sentirte arropado creo que es lo mejor que te pudo haber pasado.

Un beso cielo

Thiago dijo...

jaj En mi casa tb. alguien tuvo que ir a defenderme de un profe que nos pegaba con la regla en la mano... La única diferencia es que fue mi abuela, no mi abuelo, ajaj La mujer tenía más arrestos y le dijo al profesor que como me volviera a tocar simplemente lo mataba... Y supongo que lo haría, mi abuela ahora es fantasma, y si no le mató estoy seguro que hoy en día le movería la cama por las noches, jaaja


Bezos.

Mar dijo...

... conmovedor sinceramente.

Besos desde un faro en mitad del mar.

Mar (Qettah)(volví... y ha sido electrizante volver a leerte :) )