From: Miguel [d2@ya.com]
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Subject: Se ha enfadado conmigo
Se ha enfadado conmigo. Me ha llamado imbécil. Realmente me gritó:
¿Pero… Pero tú... Tú, tú eres imbécil? Sí, así, como si estuviera haciendo una
pregunta, pero estaba claro que ella no preguntaba nada... Ahora está bien, pero
cuando lo recuerda, se pilla un rebote del quince, se pone de morros, y me manda
directamente a hacer puñetas. Me da pena por ella, lo ha pasado mal, quería
impresionar al pequeño Napoleón, a Stéphanie, a los socios, y a todos mis amigos
de Paris y...
A mí me sorprendió cuando lo vi, estábamos arreglándonos para salir
a cenar, teníamos prisa. La verdad, yo pensé que aquello era una camiseta, con
un escote muy atrevido, pero una camiseta. Después como no se puso nada más, y
estaba más preocupada por mi corbata y porque terminara de contarle como había
conocido a Stéphanie, pues eso… Pensé que era un traje muy, muy corto. Tuve
ganas de decirle que aquello era escandaloso, que tendríamos problemas con el
taxista, con el ascensorista, con el camarero, con el maître, bueno, con todos
los tíos del mundo. ¡Vamos!, que aquello era tan corto, pero tan corto, que si
levantaba los brazos se le veían las bragas…. Pero claro, ¿quién le dice a la
chica que te encanta, que has salido con putones más elegantes? Me callé. Eso
sí, la cogí de la mano para que nadie se atreviera a preguntarle la tarifa, y
salimos hacia el restaurante. Cuando se abrió la puerta del ascensor en la
recepción del hotel y salimos, se hizo un silencio horrible, un imbécil con
pinta de alemán se quedó con la boca abierta, y al botones por poco se le salen
los ojos de las orbitas. Ella ni se dio cuenta. Es lo que yo he tratado de
explicarle... Si ella no se hubiera puesto las sandalias de doce centímetro de
tacón pues no se hubiera notado tanto. Es que con su estatura, sus piernas, el
micro traje, el escote y las sandalias, pues eso… Que la miraban hasta los
ciegos… Bueno, que cuando nos bajamos del taxi, y se vio reflejada en el cristal
del restaurante. Menudo grito, como si hubiera visto a Drácula. Se quedó
horrorizada. Fue entonces cuando me preguntó gritando si yo era imbécil… ¿Qué
cómo la había dejado salir así del hotel? ¿Cómo no le había avisado que le
faltaba el blusón transparente con bordados, que convertía aquello en algo
insinuante? Según ella era obligación mía, haberle avisado. Además si se había
olvidado de ponérselo era por cuidarme, porque soy un desastre, porque la
distraigo y porque la pongo nerviosa con las prisas…. Después cuando le dije que
yo creía que el vestido era así… Por poco me pega, se mordió los labios y se
sujetó las manos, lo vi, supongo que por no decirme algo más fuerte que imbécil.
Total que le he pedido perdón por todo… Le he dicho que tenía que animarse, que
si ella quería impresionarlos… Impresionados están. Me ha vuelto a mandar a la
mierda... No la entiendo.
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