viernes, 12 de marzo de 2010

No hablar de la historia de Maca,

No sé cómo tienes cojones de llamarme… Inmaduro hijo de puta… en tú blog

¿Nos pasamos los dos, o continúo demostrando madurez?

No hablar de la historia de Maca, o no hablar con Maca de nuestra historia no quiere decir que pretenda esconderla. Es mucho más simple… Es tan cutre, tan absolutamente cutre la historia del final que mejor olvidarla… con 15 y 15 fantástico, y con 17 y 17 muchísimo mejor que fantástico, luchábamos contra todo por estar juntos, pero con 20 y 20… ella era una tía atractiva de cojones y yo un niñato que tenía que dejar de lloriquear y madurar…. Eso dijo. No debí madurar a tiempo y muy madura ella, se casó con el mayor gilipollas de las dos castillas… Para mí la guerra comenzó cuando me llamó inmaduro y dijo que ella y el gilipollas solo eran amigos, para ella cuando le robé los invitados a su boda. Me dolía, yo era un crio, no me invitó… al único de los amigos que no invitó, al único de mi familia que no invitó… monté la mayor fiesta de la historia de Garabato… La mayoría, fue su ceremonia y luego a mi fiesta, no estaba bien visto ir a bodas de chicas embarazadas, ella se quedó con su familia, la del novio y poco más, cuatro gatos. Nunca entenderé como pudo presentarse en casa embarazada, vestida de novia, llorando y gritándonos que éramos todos unos hijos de puta por dejarla plantada… No recuerdo escena más lamentable en toda mi vida… Fue una guerra, nadie que estuviera con ellos, trabajase, comiese, saliera de copas, cualquier cosa, podía estar con nosotros… Duró hasta que se enteró el abuelo y me mandó a Madrid. ¿Crees que es una historia para contarla? ¿De qué quieres que hablé con Maca? ¿Le cuento que la quería con locura mientras la puteaba? ¿O le pido perdón ahora por ser un oligofrénico gilipollas y fastidiarle el día de su boda? Pues no. Es lo mismo que contigo ahora…¿De qué hablamos?

2 comentarios:

Ana dijo...

:)

Ayyy... los fantasmas, los armarios, los miedos...

El puto amor, qué guerra da...

Besitos solidarios.

Fernanda Irene dijo...

¡Cuantas historias hay en todas las familias!
Ay, si yo supiera escribir...

Un abrazo, guapo